miércoles, 30 de abril de 2014

~Orgasmos~



Corría por la arena húmeda del bosque, sus pies golpeaban el suelo con fuerza  y removían la arena evocando un olor a tierra que le dominaba el cerebro.

Notaba el roce del aire fresco de la mañana sobre su piel semicubierta  erizándole el vello expuesto. 
Cuando paraba para tomar una bocanada de oxígeno sentía como se formaba una corriente de aire sobre su escote que  descendía hasta el final de su vientre.

Era absolutamente placentero correr con aquella brisa. 
Respiraba profundamente y sentía como se habían sumado otros olores al de la arena. Percibía el eucalipto, la secuoya, el magnolio, el ciprés, el tilo,el roble…una mezcla excitante que había acelerado su corazón y todo su flujo sanguíneo.

Estaba a punto de abandonar la carrera por fatiga, le pesaba todo el cuerpo como si lo hubiesen decorado por el camino con guirnaldas de cemento, pero, tras recibir aquella brisa de olores y sensaciones no pudo más que seguir corriendo. 
Sus piernas se agitaban con fuerza deseando alargar aquel momento hasta la eternidad, con ansia de que nunca terminase o por lo menos que le diese tiempo a guardar en su memoria aquel sentimiento placentero.
Era libre por un momento, libre de humos y de ruido, libre de imagenes egoístas, libre de gritos y de bostezos, libre de críticas, libre de esperas, libre de alarmas, de exigencias, libre de todo y de todos, tan solo ella, el entorno y aquel calor interno que se le había formado.

El frío viento  besaba su rostro penetrando en sus ojos,obligándole a derramar algunas lágrimas. Éstas se paseaban por todo el contorno de sus pómulos, formando un pequeño río que iba a morir a sus labios. Percibía el gusto salado de aquella agua como si hubiese metido la lengua en el inmenso mar.
Allí estaba ella, con olor a tierra y árboles, con sabor a mar, con un gran calor interno y un abrigo de aire helado. Era la sensación más intensa y extraña que jamás había experimentado.
Paró súbitamente, no podía correr más, jadeaba excitada, pues su cuerpo reclamaba más oxígeno del que le estaba suministrando. Pero ella solo sentía placer, orgasmo, tal vez el más grande de todos sus orgasmos. 
Ni si quiera cuando se masturbaba y eso que ella se conocía bien,conocía cada parte de sus partes. Ni si quiera entonces. Aquello había sido algo diferente.

Pensó en los grandes placeres que se pierde la ciudad y se entristeció.