martes, 8 de marzo de 2011

Desaparecer

Tumbada en la cama, tan solo  con una camiseta, dormía su siesta.

“ Tan solo media hora! “ “ esa es la mejor siesta “. Decía siempre ella.

Los rayos de sol que entraban por la ventana, rozaban dulcemente la piel de su barriga.
De fondo un disco de Russian Red, tímidamente sonaba, acompañándola en sus sueños… 

“Pi pi pi….pi pi pi… pi pi pi…. “ Como un martillo sobre cristal, ese ruido repetitivo, rompió  la tranquilidad de la habitación, y la despertó.

Ya se había agotado la media hora de descanso.
Abrió los ojos, y encajó la realidad. No, no estaba paseando por el bosque como hacía unos segundos. Todo era ficción de un sueño.
Estaba allí, en la cama.
Miró el reloj de la mesita, el cual avisaba de que eran las 5 de la tarde.
Rápida se vistió, y salió hacia la parada del autobús, que la llevaría a la facultad.
Mientras andaba por la calle, empezó a notar una sensación extraña.
Algo había dominado su cuerpo. Sus ojos empezaron a entornarse, mientras su frente se arrugaba, tornando su cara, con un gesto desagradable.

“ Maldito ruido!! “ Dijo en su interior.

Esos coches de la carretera, no pasaban desapercibidos. Marcaban su presencia con el sonido de su motor, y como para hacerse más presente, alguno que otro golpeaba el pito, rabiosamente.


Un chica hablando por teléfono, se cruzó en su camino.

 “ Pero si no le hace falta  móvil! Con lo que  grita,le pueden oir perfectamente! “  Comentó para si.

El ruido de la calle, había conseguido robarle, toda la tranquilidad que la siesta le había regalado. 

Llegó a la parada, donde esperaría el autobús.

De la misma manera que la piel se eriza, al oler esa fragancia que tanto nos gusta,o la boca saliva al percibir el aroma de nuestra comida favorita. Su cuerpo se inundó de una sensación desagradable, y angustiosa, cuando se vió rodeada por todo aquel humo que desprendían  los coches.

“Necesitaré muchas siestas, para que mi tranquilidad vuelva!! “ dijo en voz baja.

Tras un cuarto de hora de espera, apareció su autobús.
Sin ganas, subió a él, y se dejó llevar.

“ Ojalá pudiese desaparecer de aquí, cerrar los ojos y estar en esos lugares con los que sueño.
Necesito irme. Necesito respirar aire, oir silencio. Quiero rodearme de vida, alejarme de esta muerte lenta que nos ofrece la ciudad contaminada “ comentó en silencio.

Ella deseaba que en su espalda creciesen dos grandes alas, para abrirlas y echar a volar.
Miró por la ventana, y vió un  verdecillo posado en un árbol.

“ vuela lejos! “ “ Hazlo tu que puedes!! “ Gritó esta vez, en alto.

Cuando se dio cuenta, toda la gente de aquel autobús, la miraba sorprendida.
 Su desesperación había podido con ella, y se había escapado por su boca…….

“ Que pasa?” Le dijo a aquella gente. “ Vosotros deberíais pensároslo también”. Terminó.




1 comentario:

  1. La ciudad contamina, la ciudad nos contamina. Pronto saldrá la damisela, cual verdecillo, y volará.

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