Abrió los ojos y la miró, y después de mucho tiempo, la vio.
¿Era ella? Él nunca lo supo.
Sí, lo pasaba bien a su lado, se reían, ella era especial, pero ¿ Acaso no lo eran todas las mujeres?
En ese instante, él la notó más especial que nunca.
Miró sus labios, y sintió como una dulce brisa le golpeaba en la memoria, haciéndole recordar,
todo lo que juntos habían vivido, esos momentos, en los que habían compartido palabras, besos, sueños y cama,
esos momentos en los que sentía que ella era especial.
Ella permanecía aún con los ojos cerrados, pero no dormía.Sabía que él la estaba mirando.
Podía saberlo porque su corazón se estaba agitando, y eso sólo le pasaba cuando él la miraba.
Él la beso con delicadeza, y ella finalmente abrió los ojos.
Sus miradas se chocaron, y reposaron la una en la otra.
No emitían palabras, ninguno de los dos.Pero estaban hablando, ambos hablaban en silencio, porque temían que lo que pensaban pudiese oírlo el otro.
Las frases emergian a través de sus ojos, como llegadas desde lo más profundo de su ser
¿ Por qué?........No me mires así............Ojala supieses todo...........No quiero saber nada........
Eres tan especial..........Tan solo soy una más..............Perdámosnos por el mundo.....
Estoy tan perdida.........¿ Por qué ?..................¿Por qué?
Ningún ruido salía de sus bocas, pero sonaban gritos de sus ojos.
Podemos jugar con la realidad, podemos pintar la calle con nuestros mejores colores, esos que guardamos para mostrar a los demás, porque a todos ellos les gusta.
Pero nos reservamos para nosotros, los que nos gustan de verdad, esos colores con los que pintamos nuestra casa, la que desde la calle nadie ve.
Me marccho. Dijo ella.
Ya era hora de retirarse de aquel lugar, ya era hora de separarse y volver cada uno a sus asuntos.
Hasta la próxima. Dijo ella.
Nada expresaba en sus palabras, y mucho menos en sus gestos. Tan solo un adiós, un ¿hasta la próxima?,
tiempo indefinido.
Él acostado, permanecía siendole fiel al silencio.
De repente, como desatado de una fuerza represora, abrió la boca , y dijo,
Te quiero
Ella lo miró con ojos neutros.
Él no entendía porque había salido aquello de su boca.
No sentía nada, dentro de ella, no había emoción, sorpresa, tristeza, alegría.....nada.
Es entonces cuando se dieron cuenta de que el silencio continuo, rey de cada encuentro, había hecho
que cualquier sentimiento a pronunciar, causase un daño en sus almas.
¿Acaso cambiaba algo ese Te quiero ? No.
Ella le dio un beso, abrió la puerta y sin hacer apenas ruido, se marchó.
Adiós.
Adiós.
Y el silencio, y la distancia, volvieron
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