lunes, 2 de enero de 2012

No somos ciegos

Era martes por la noche, y lo último que me apetecía hacer era ir a la biblioteca de la universidad a estudiar.
Sin embargo, tampoco tenía opción, la época de exámenes ya había comenzado, y todo lo que no había hecho meses atrás, tenía que recuperarlo en unas semanas.

Cargada de trastos entré en el único aula que en ese momento se encontraba abierta.
Pero mi acción fue reversible, porque con la misma decisión con la que entré, salí otra vez.
Allí no cabía nadie más!

Así pues, me dirigí al hombre que habían puesto como hombre de "seguridad", que era quien se encargaba de abrir y cerrar las aulas,  para pedirle que abriese otra.

Este personaje de tan cómica profesión ( " hombre de seguridad " ), me negó la posibilidad de abrirme otra aula, alegando que cabían 100 personas en un aula, y que él llevaba contadas unas 80, por lo tanto, aún había sitio.

Que en 3 metros cuadrados quepan 20 personas, no significa que esas 20 personas estén cómodas. Pensé yo.


Es totalmente contraproducente el meter a 100 estudiantes en un aula para que estudien, se me ocurren muchas cosas que puden hacer ahí dentro, pero desde luego,ninguna es estudiar.
Ese hombre de seguridad, se le olvido considerar el hecho de que a las 80 personas, las acompañaban libros, folios y portátiles !

Tras varias peticiones más,de otras tantas personas que iban llegando, al final el " hombre de las aulas ", no tuvo más remedio que caer en el duro esfuerzo de girar la llave y abrir otra aula.

Pero al ver que la victoria no era suya, no se pudo ir sin regalarnos unas palabras a los 15 estudiantes que estabamos esperando:

No habeis pensado que estamos en momentos de austeridad, y que no podemos derrochar, abrir un aula supone gastar más luz. Y bastante que os pongo la calefacción, porque desde la universidad me piden que ni la ponga, pero claro, yo entiendo que hace frío.
No puedo tener todas las aulas abiertas para que vosotros esteis más cómodos, eso teneis que comprendedlo. El ayuntamiento tiene que recortar.


Austeridad.
ja!
No pudo decir otra palabra, fue a decir justo aquella, que más odio, esa que entra por mis oídos y se me clava en las entrañas.

Pues que recorten ellos en farlopa!! . Se me escapó a mí.

Y aunque no fueron las palabras adecuadas, ni creo que aquellas personas me entendiesen, en mi cabeza estaba todo claro.

La austeridad la provocan ellos mismos.
Crean insostenibilidad en los trabajos, en la economía, en las viviendas, sabiendo que en cualquier momento pueden caer, y efectivamente caen, y cuando golpean contra el suelo, es cuando viene la austeridad.
Pero no la austeridad para todos, sino la austeridad para la gran mayoría, que desde luego, no son aquellos que la crearon.

A mi cabeza vino, consecuencia de todo este percance, un tema delicado, y que me afectó bastante en su día.
Pues creó austeridad en todo un pueblo.

Un lugar que tenemos bastante cerca.....Lorca.

Hablo del pasado 11 de mayo, cuando esta ciudad se vio sacudida por un terremoto, que causo grandes destrozos.

Que una falla se mueva y genere un terremoto, es algo totalmente natural, pero que edificios construidos hace apenas 5 años sean los primeros que se desplomen en una ciudad con riesgo sísmico, eso, es algo antinatural.

Que un gran número de políticos acudan a la ciudad derruida, a echarse fotos dando promesas, y luego no cumplan nada, es algo penoso.

¿ Qué pasa con Lorca ? ¿ Nos hemos olvidado de ella ? ¿Qué pasa con los miles de euros que han sido ingresados por particulares , en las cuentas bancarias que se han creado ? ¿ Qué pasa con el dinero que el estado ha destinado a la recuperación de la ciudad ?

Yo desconozco eso, pero lo que sí conozco es el estado de la ciudad, pues me dispuse a visitarla tras la catástrofe, y puedo asegurar, que allí , no hay señal de ninguna ayuda.

Un vecino del lugar, me habló de una calle, donde ciertos politicuchos habían estado mostrando su mejor sonrisa para ser fotografiados, y donde habían escupido promesas para contentar a la gente, esa calle, era una de las más afectadas por el terremoto, y que por este motivo, el pueblo, había decidido, cambiar el nombre de la calle, por uno más sentido, tal que " calle de las promesas incumplidas ".

Lorca, ciudad donde las promesas no llegan.

 

 

 

 

 

 

    



 

 

 

Promesas de este tipo, si se pueden ver.




 

 

 

   

 

  

Lo que está claro , es que vivimos en un mundo de incongruencias...

















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