Levantó
la tapa del ordenador portátil que había dejado sobre su mesa, se sentó y abrió
el correo web como solía hacer junto al café de cada mañana.
Un
mensaje nuevo. Todos los días recibía decenas de ellos pero ese mensaje era
distinto ya que el remitente no era en este caso ningún despacho de
antropología, ninguna revista de ciencia, ningún compañero de trabajo ni nada
por el estilo. Se trataba de una joven estudiante que había participado en una
de sus charlas universitarias. Se quedó sorprendido e inquieto y sin pensarlo
una vez más lo seleccionó y lo abrió.
--Hola
profesor, el pasado miércoles acudí a su charla universitaria acerca de la
evolución de los sentimientos en homínidos. Fue una tarde muy amena y he de
decir que quedé encandilada con sus conocimientos antropológicos, aunque hubo una
parte de la charla que no logré asimilar bien. Usted aseguraba que el concepto
que tenemos del amor era algo que no existía, puramente artificial. Dígame, ¿es
algo científico o más bien suyo personal? ¿No será un sentimiento de despecho
el que lo ha movido a semejante afirmación?--
Se
quedó paralizado observando la pantalla de su ordenador, sin hacer ningún
movimiento. En su vida de científico le había preguntado muchas cosas, de todo
tipo, preguntas enrevesadas que le había costado horas poder contestar, preguntas
ambiguas acerca de hipótesis científicas por confirmar, pero aquello, jamás
esperó una pregunta igual.
Dirigió
la flecha del ratón hacia el icono de basura con la intención de eliminar de su
correo aquel estúpido mensaje. Pero no lo hizo, giró la flecha hacia el icono
de responder y se puso eufórico y violento a golpear las teclas de aquel
aparato:
--No
me gustan los amores porque me dan dolor de cabeza . ¿Hay algo peor que un
dolor de cabeza? Yo creo que no. ¡Mi maravillosa cabeza! Con todas sus partes
bien puestas, y en lo más profundo,! ese carnoso tejido nervioso que tantas
maravillosas ideas me da y con el que me dirijo a las charlas que tanto os
gustan!
No,
no soporto los amores porque me perturban el intelecto. ¿Quién coño inventaría
el amor? Seguro que algún inepto científico que, cansado de no poder crear nada
valioso para la sociedad, incapaz de entender las grandes leyes de la física, idearía una excusa para
justificar sus fracasos: “Veras la culpa la tiene el …el amor, ¡sí eso!, ¡resulta
que estoy enamorado!” y ya la gente sentiría intriga por saber qué es eso del
amor, empezarían a indagar en el asunto y ¡zas! Se extendió como un virus por todo
el mundo. Yo me imagino que nacería de esa forma o de alguna manera parecida.
Es
una mierda esto de odiar el amor, porque todos te miran con sus caras
desencajadas y las orbitas de sus ojos a punto de estallar y te dicen cosas como: “¿Odias el amor?, ¿qué
clase de persona eres?” ¡Pues una persona que quiere pensar tranquila y en
silencio! Maldita sea, ¿Es que nadie se da cuenta de lo entorpecedor que es
amar y querer ser productivo a la vez? Por ejemplo observen a los eufóricos
cristianos católicos y su gran amor por Dios, ¿Qué han conseguido a lo largo de
miles de siglos amando a Dios? ¡Absolutamente nada! Siguen estancados en sus teorías prehistóricas y
nunca se han interesado por comprobar ninguna. Miren a aquellas parejas tan
embelesados el uno con el otro que son incapaces de mover un solo pie sin
consultarle antes a su gran amor. ¿Cómo vamos a avanzar así? ¿Qué futuro nos
depara nuestro ciego amor-desamor?
Todas
las tesis venideras hechas por los nuevos
universitarios se centrarán en la teoría
del amor y construirán facultades rosas con corazones donde sólo se irá a amar
y a besar al prójimo, nadie podrá pasar sin su carnet de amoroso con el que te
identificas como una persona que ama y no que piensa. Amar será el pan de cada
día y el vino de nuestras alegrías.
¡Destruirán
la ciencia! ¡Ellos destruirán la ciencia!—
Se
detuvo en seco y fue consciente de lo que estaba escribiendo. Cerró los ojos y
pensó en ella, en su pelo, en su fragancia, en sus ojos. No había podido volver
a escribir nada desde que ella se marchó.
Había alguien que definía el amor como "instinto de fusión". Hay muchas formas de concebir el amor, pero no se puede obviar el proceso químico (orgía hormonal) que se desarrolla en el cerebro y que tiene una finalidad muy clara y específica...
ResponderEliminar