sábado, 11 de enero de 2014

No me llames amor, llámame loco


Levantó la tapa del ordenador portátil que había dejado sobre su mesa, se sentó y abrió el correo web como solía hacer junto al café de cada mañana.
Un mensaje nuevo. Todos los días recibía decenas de ellos pero ese mensaje era distinto ya que el remitente no era en este caso ningún despacho de antropología, ninguna revista de ciencia, ningún compañero de trabajo ni nada por el estilo. Se trataba de una joven estudiante que había participado en una de sus charlas universitarias. Se quedó sorprendido e inquieto y sin pensarlo una vez más lo seleccionó y lo abrió.

--Hola profesor, el pasado miércoles acudí a su charla universitaria acerca de la evolución de los sentimientos en homínidos. Fue una tarde muy amena y he de decir que quedé encandilada con sus conocimientos antropológicos, aunque hubo una parte de la charla que no logré asimilar bien. Usted aseguraba que el concepto que tenemos del amor era algo que no existía, puramente artificial. Dígame, ¿es algo científico o más bien suyo personal? ¿No será un sentimiento de despecho el que lo ha movido a semejante afirmación?--

Se quedó paralizado observando la pantalla de su ordenador, sin hacer ningún movimiento. En su vida de científico le había preguntado muchas cosas, de todo tipo, preguntas enrevesadas que le había costado horas poder contestar, preguntas ambiguas acerca de hipótesis científicas por confirmar, pero aquello, jamás esperó una pregunta igual.
Dirigió la flecha del ratón hacia el icono de basura con la intención de eliminar de su correo aquel estúpido mensaje. Pero no lo hizo, giró la flecha hacia el icono de responder y se puso eufórico y violento a golpear las teclas de aquel aparato:

--No me gustan los amores porque me dan dolor de cabeza . ¿Hay algo peor que un dolor de cabeza? Yo creo que no. ¡Mi maravillosa cabeza! Con todas sus partes bien puestas, y en lo más profundo,! ese carnoso tejido nervioso que tantas maravillosas ideas me da y con el que me dirijo a las charlas que tanto os gustan!
No, no soporto los amores porque me perturban el intelecto. ¿Quién coño inventaría el amor? Seguro que algún inepto científico que, cansado de no poder crear nada valioso para la sociedad, incapaz de entender las grandes  leyes de la física, idearía una excusa para justificar sus fracasos: “Veras la culpa la tiene el …el amor, ¡sí eso!, ¡resulta que estoy enamorado!” y ya la gente sentiría intriga por saber qué es eso del amor, empezarían a indagar en el asunto y ¡zas! Se extendió como un virus por todo el mundo. Yo me imagino que nacería de esa forma o de alguna manera parecida.
Es una mierda esto de odiar el amor, porque todos te miran con sus caras desencajadas y las orbitas de sus ojos a punto de estallar  y te dicen cosas como: “¿Odias el amor?, ¿qué clase de persona eres?” ¡Pues una persona que quiere pensar tranquila y en silencio! Maldita sea, ¿Es que nadie se da cuenta de lo entorpecedor que es amar y querer ser productivo a la vez? Por ejemplo observen a los eufóricos cristianos católicos y su gran amor por Dios, ¿Qué han conseguido a lo largo de miles de siglos amando a Dios? ¡Absolutamente nada! Siguen  estancados en sus teorías prehistóricas y nunca se han interesado por comprobar ninguna. Miren a aquellas parejas tan embelesados el uno con el otro que son incapaces de mover un solo pie sin consultarle antes a su gran amor. ¿Cómo vamos a avanzar así? ¿Qué futuro nos depara nuestro ciego amor-desamor?
Todas las tesis venideras  hechas por los nuevos  universitarios se centrarán en la teoría del amor y construirán facultades rosas con corazones donde sólo se irá a amar y a besar al prójimo, nadie podrá pasar sin su carnet de amoroso con el que te identificas como una persona que ama y no que piensa. Amar será el pan de cada día y el vino de nuestras alegrías.
¡Destruirán la ciencia! ¡Ellos destruirán la ciencia!—

Se detuvo en seco y fue consciente de lo que estaba escribiendo. Cerró los ojos y pensó en ella, en su pelo, en su fragancia, en sus ojos. No había podido volver a escribir nada desde que ella se marchó.

1 comentario:

  1. Había alguien que definía el amor como "instinto de fusión". Hay muchas formas de concebir el amor, pero no se puede obviar el proceso químico (orgía hormonal) que se desarrolla en el cerebro y que tiene una finalidad muy clara y específica...

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